Como España no hay ninguna
Como Paquirrín cuando estudiaba, Del Bosque repetía. Al seleccionador le gustó el rendimiento de los once que salieron ante la República Checa, así que contra Turquía puso a los mismos. De Gea confirmando el sorpasso en la portería, los cuatro de siempre atrás (Juanfran-Ramos-Piqué-Alba), Busquets en el eje, Iniesta y Cesc por delante, Nolito y Silva en las bandas y Morata como delantero centro. Esa era la España de Del Bosque.
Sergio Ramos salió dispuesto a darle emoción al partido y en el primer minuto se pegó un tiro en el pie al regalar un balón a Yilmaz. Como el turco aprovechó la asistencia y se iba directo a por De Gea, al capitán de la selección no le quedó más remedio que derribarle y jugar todo el duelo con una amarilla.
Superado el susto, España se puso a dominar y Turquía a defender. Juanfran y Jordi Alba ensanchaban el campo para intentar encontrar pasillos libres entre el Gran Bazar de Estambul que había construido Fatih Terim. A los seis minutos una buena maniobra de Morata la culminó el 7 de España con un disparo decente que Babacan despejó a córner sin mucho estilo en la estirada.
Busquets escenificó su habitual desmayo y le sacó una amarilla inmerecida a Yilmaz, que apenas le había puesto la mano en el pecho, pero el mediocentro del Barça hace más teatro que la familia Merlo. Todo sea por la causa de España. No seré yo quien proteste si ganamos, aunque sea con artimañas.
A los diez minutos España tuvo dos ocasiones clamorosas para marcar. La primera la evitó Balta, cuando Morata estaba como Enrique San Francisco: con la caña. El defensa turco salvó a córner el maravilloso centro de Jordi Alba. Y a la salida del saque de esquina la tuvo Piqué, que cabeceó solito en el punto de penalti, pero su remate se fue arriba porque la había picado demasiado. España gobernaba del partido al paso, al trote y al galope en el primer cuarto de hora.
Gobierna España
Mandaba la selección y eso que todavía no habían aparecido ni Iniesta, ni Nolito, ni Silva, los tres tenores de La Roja. Cesc seguía siendo el lunar de España, pero Del Bosque se negaba a ir al dermatólogo. A los 20 minutos Tufan le metió una cornada en el tobillo a Iniesta, que le podía haber mandado a la enfermería.
Una faltita lejana de España daba la oportunidad a Chalanoglu, lanzador consumado, de probar suerte desde casi 30 metros. La pegó bien, con el interior y con mucho estilo, pero su disparo se fue arriba de la meta de un De Gea que es tan alto y tan largo que había tapado cualquier hueco.
Nolito lamió el gol a los 28 después de una maniobra ágil del delantero del Celta que sólo vale 18 millones, oiga. El disparo del torero de Sanlúcar se fue por un pelo a la izquierda de la portería de Babacan. Jordi Alba ejercía de Marcelo y desordenaba el solito a toda la defensa de Turquía. También Juanfran por la derecha percutía lo suyo y la ponía al área, pero siempre se cruzaba un inoportuno turco.
Pero España no se rendía y obtuvo a los 34 minutos el premio a su insistencia. La jugada nació en una combinación entre Jordi Alba y Nolito por la izquierda. El de Sanlúcar paró, templó y la puso medida al área, donde Morata saltó, cerró los ojos y la peinó lo justo para desviar el centro y batir a Babacan. Morata sonreía y sus compañeros le abrazaban. Funcionaba la segunda oportunidad de Del Bosque.
El pacto Nolito-Morata
Y tres minutos después Nolito, otra vez Nolito, apareció para gestar una jugada. Se apoyó en Morata, que descargó para Cesc. El torero de Sanlúcar se filtró emboscado entre los turcos y Fábregas le vio perfectamente. Le puso un pase bombeadito y medido, un turco despejó más y Nolito no falló. De primeras y gol. España encarrilaba el partido con todo merecimiento y presentaba su indiscutible candidatura a la Eurocopa.
En la reanudación España metió un gol de la Play. Vale, sí, Jordi Alba estaba (un poco) en fuera de juego, pero nos da igual. El pase magistral de Iniesta, que sólo existía en su imaginación, encontró la llegada del lateral zurdo del Barcelona, que asistió a Morata para que marcara el tercero con un tirito entre las piernas de Babacan. La grada coreaba el nombre de Iniesta como un claro mensaje a la UEFA.
El 3-0 inyectó lexatin a los chicos de Del Bosque y cafeína a los turcos, que se fueron arriba. Pero a España le bastaba con un imperial Piqué para defenderse y era también mejor a la contra, así que Del Bosque puso a calentar a Koke, Azpilicueta y Bruno para empezar con las rotaciones.
Silva e Iniesta tejieron una jugada sobrehumana, pero el disparo del canario se marchó fuera. España se gustaba como un tronista mirándose al espejo. Los chicos de Del Bosque jugaban en verso, tocando, desdoblándose, buscando la perfección, la excelencia y un sentido hedonista del fútbol.
Un fútbol de Play Station
No se podía jugar mejor ni con más estilo. Del Bosque, con la victoria en el bolsillo, ensayaba el doble pivote y metía a Bruno por Silva, que completó un partido redondo. Él y todos sus compañeros. Morata tuvo en cuarto en el 65, después de aguantar bien la pelota, pero se hizo la picha un lío y acabó enredado entre las piernas de un turco.
Los aficionados turcos decidieron entretenerse profiriendo enormes pitadas a Arda Turan cada vez que tocaba la pelota. Habían encontrado a su Barrabás. Y España seguía a lo suyo: jugar, tocar, dominar. Del Bosque metía a Koke por Fábregas, que había ido de menos a más en el partido.
España comenzó a caminar para economizar energía, pero seguía dominando a unos turcos que parecían zombis sobre el campo. Del Bosque hacía el tercer cambio: Azpilicueta por Jordi Alba, enorme partido el suyo. Eran los minutos de la basura, pero con La Roja de por medio en cualquier minuto comienza el espectáculo.
Pasó el tiempo y daba pena que el duelo se acabara, pero todas las cosas bellas tienen un final. Así que el árbitro hizo sonar su silbado y el partido finalizó dejando en los aficionados españoles la sensación, no, la certeza de que como España no hay ninguna.